jueves, 8 de marzo de 2012

LAS BACTERIAS ANAEROBIAS Y LA LUCHA POR LA SUPERVIVENCIA.

Imagínate que los seres humanos tuviéramos una brújula interna y pudiéramos orientarnos en cualquier lugar, en medio del bosque, en mar abierto, adentro de un cuarto oscuro, o la hora de pegarle a la piñata. Con dicha brújula bien calibrada, sería mucho más fácil llegar a cualquier lugar sin perdernos...
Tal vez en alguna etapa de su evolución, el hombre tuvo esa brújula interna, como parte de sus instintos, pero la fue perdiendo gradualmente con la civilización. Durante mucho tiempo la humanidad ha buscado los efectos que puedan tener los campos magnéticos en el hombre, y también en otros animales.

Algunas personas piensan que los imanes tienen propiedades curativas o tranquilizadoras en los seres humanos. Se han hecho muchas suposiciones al respecto, pero ninguna demostrable todavía científicamente.

Pero, ¿tendrán efecto los imanes en otro tipo de organismos? ¡Sí!, nuy recientemente se descubrió que hay organismos que dependen del campo magnético terrestre para subsistir.

Las bacterias son organismos de una sola célula que viven en casi todos lados. Están adentro y afuera de nuestro organismo.

Pueden ser halladas en climas cálidos de hasta 85 °C y en el fondo del oceáno. Son tan pequeñas, que sólo pueden ser vistas en el microscopio.

A pesar de su tamaño pequeño, las bacterias se adaptan a las condiciones del medio ambiente y a un gran rango de comportamiento. Por ejemplo, hay bacterias que viven mejor en lugares donde no hay mucho oxígeno, como en el agua estancada; a éstas bacterias se les llama anaeróbicas.

Muchas de estas bacterias se desplazan en el agua por medio de pequeños hilos a los que se les llama flagelos. En 1975, Richard Blakemore, estudiante de la Universidad de Massachusetts, analizando el papel de las bacterias anaeróbicas en la ecología de los pantanos, descubrió en el microscopio, que en algunas gotas, las bacterias nadaban siempre hacia un lado.

¿Qué estaba pasando?; podían estar huyendo o buscando la luz...
Richard cubrió el microscopio con una caja; pero las bacterias seguían moviéndose en la misma dirección.

Volteó el microscopio; se cambió de salón; las bacterias continuaban nadando en una misma dirección: ¡el norte! Richard supuso que lo que las bacterias detectaban era el campo magnético, así que les acercó un imán poderoso del otro lado de la gota y... ¡eureka!, las bacterias se movían ahora en la dirección del imán.
Por fin, la tan buscada influencia del campo magnético sobre organismos vivos, se había dado en estas bacterias.

¿Cómo es que estas bacterias detectan el campo magnético? En las observaciones, se descubrió que las bacterias muertas, también giraban en dirección del imán, sólo que ya no nadaban.

Richard pensó que el mecanismo más sencillo, era que cada bacteria fuera en sí, una pequeña brújula que girara con el campo magnético. La primera toma que se tuvo de una bacteria de este tipo en microscopio electrónico, mostró una alineación de partículas densas en electrones,

Edward Purcell, de la Universidad de Havard sugirió que quizás eran pedazos imanados de fierro, lo cual se comprobó inmediatamente.
























HAGAMOS UN TIMBRE ELÉCTRICO.



La Física en lata.